Era exactamente el 11 de Julio cuando la familia León Simosa recibió en su seno a Oscar Emilio. Su madre, una bella mulata dedicada al hogar, amante de la música, el baile y el canto. Su padre, un gallardo venezolano, albañil de profesión.
Una familia de clase media que se quedó con él como hijo único y muy consentido en la medida de sus escuetas posibilidades. Sin embargo, fue criado con férrea disciplina por su madre, quien le dió el toque matriarcal al hogar. Ah! Sí señor.
Desde niño, la inquietud fue su rasgo distintivo. Creció entre el béisbol, el deporte nacional en Venezuela y por supuesto, la música… pues todo, todo le sonó siempre. Si todo ser humano tiene cinco sentidos, en su caso, cada uno gira en torno a la música.
Jamás la ha estudiado, nunca pasó por una escuela musical pero el don le afloró de manera innata. Su oído era capaz de captar una secuencia y repetirla con lo que tuviera a mano. "Siempre me envolví con la música con lo que estuviese haciendo, cualquier menester lo acompañaba con la música. Cualquier momento de esos de aburrimiento que suele tener la gente, pues yo lo combatía con el canto, o buscando un sonido en algún cajón, alguna mesa, cualquier cosa que tuviera acústica, ahí estaba buscando la forma de sacar música", recuerda.
Se crió entre los sones del Trío Matamoros, La Orquesta Aragón, la Sonora Matancera, Benny Moré, Celia Cruz Mario Hernández, Cortijo, Ismael Riveray Billos Caracas Boys.
Convirtió el lápiz de la escuela en su instrumento de percusión. Sin embargo, la fama le llegó tarde comparado con muchos otros artistas. Y antes del gran salto debió pasar muchos oficios a cierto desgano, aunque a cada uno le puso el toque de picardía de humor, de buena vibra que le caracteriza.
Estudió topografía, pero nunca ejerció. A cambio, trabajó en una ensambladora de carros, luego, compró un bus escolar y posteriormente un taxi. ¡El taxi de la rumba! Sus dotes de cantante ya entonces se hicieron sentir. Se convirtió en un taxista muy popular… Sus clientes se hicieron habituales y hacían fila para montarse en el carro de la parranda, una rocola musical, pues por el mismo precio de otros, tenían transporte y fiesta a bordo con sus canciones.
Fue lo más cercano al camino que le tocaba pues en cualquier otro oficio, la medida no ajustaba, simplemente no era lo suyo. Tenía 28 años cuando entra en vereda. Entonces forma la Dimensión Latina y en el año 1972 revienta el gran éxito "Llorarás". Desde ese momento no se detiene. Y los melómanos lo bautizan como El Bajo Danzante. Con esa agrupación dura hasta 1976. Ese año forma su propia organización musical y empieza a grabar éxitos como Mata Siguaraya, Siéntate Ahí, entre otros.
Por aquellos años la demanda de grupos era tal, que en lugar de tener una orquesta tiene dos: La Salsa Mayor y La Crítica. Con esta última graba la canción ‘A El’, dedicada a su padre.
En la década de los ‘80 comenzó su internacionalización. Desde que nació artísticamente lo hizo con un posicionamiento único que le otorgó una gran ventaja sobre otros artistas: él canta, baila, y toca a la vez, ¡un verdadero showman! Un fenómeno que tuvo gran aceptación y que llamó mucho la atención en Europa y empezó rápidamente a conquistar ese mercado.
Captó la atención de la BBC de Londres que lo escogió para un especial grabado y difundido por la televisora. Un batazo que lo posicionó en el Viejo Continente. En Amsterdam grabó un disco en vivo en el Teatro Paradiso. Y luego le tocó el turno del encantamiento a los jazzistas. Su ejecución del bajo (también aprendida de oído y observación) y su interesante lenguaje corporal les llamó la atención y lo invitaron a participar de sus festivales desde Nueva York, pasando por Canadá y terminando en Europa. Desde entonces, anualmente ha estado presente en todos ellos.
Sus conciertos han cruzado el planeta: Tokio, Hiroshima, Bélgica, Alemania, Suiza, España, Suecia, Francia, Australia, Países del Este, Cuba, Turquía, Finlandia, Islas Canarias, Dinamarca, Inglaterra, Canadá, Estados Unidos y toda Latinoamérica.
En la década de los noventa se unió en actuaciones con Tito Puente Celia Cruz Cheo Feliciano La India José Alberto ‘El Canario’, Tony Vega y Domingo Quiñones. Su voz está presente en documentales, temas de telenovelas y en producciones de Walt Disney.
Increíblemente su formación empírica le ha dado la capacidad de poder ‘por oído’ realizar un arreglo y más aún, hacerlo en vivo. Su máquina musical es absolutamente diferente. Si la música la ha vivido y disfrutado a cabalidad, no ha hecho mella para su vida personal. Tiene ¡doce retoños! Su único vicio confesado abiertamente: ser un reproductor. Como asumido Canceriano, hogareño y amante de la familia, a la que considera el valor fundamental más allá que cualquier riqueza.
En su andar por el mundo, sus apelativos han sido muchos… El Bajo Danzante, obra de un locutor… El Faraón De La Salsa, bautizado así en Perú… El León… El Diablo De La Salsa, por una anécdota junto a Ricky Rey y Bobby Cruz, llamados Los Angeles de la Salsa… Y El Sonero del Mundo.
Su espíritu es incansable. Sus malestares, sus penas, sus rabias, todo siempre lo ha endulzado y sanado sobre la tarima. Allí se desquita, se da bálsamo y revive. Tiene el verdadero ‘espíritu negro’… Y su color de voz es tan amplio que da para lo ya escuchado y para mucho, pero mucho más.
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